También les decían que esta manera de morir estaba grabada en el destino de las aves, porque los humanos siempre han cazado. Antiguamente era para su propia subsistencia y ahora es por afición cazadora.
Les reconfortaban recordándoles las habilidades ensayadas en verano y los propios instintos de supervivencia. Eran fuertes, bellas y gallardas, además la temporada solo dura un período de invierno, aunque este coincida con la máxima dureza del clima y cuando el frío y el hambre atenazaban.
En desordenada verborrea y agitándose continuamente preguntaban por soluciones concretas para salvarse del tiroteo. Ellos mismos aportaban algunas ideas, pero estaban muy lejos de ser útiles, y es que habían nacido y criado desconociendo a individuos armados de escopetas y perros adiestrados para encontrarlas.
Uno aportó la idea de que podía ser una buena solución el mantenerse toda esa época apagando los llamativos colores del plumaje, por rebozamientos en barro. El padre desechó la idea razonando que a los perros de los cazadores eso no les afectaría porque su mejor arma es el olfato.
Entonces otro apuntó que si esa es su mejor arma, quizás el remedio fuese pasar el día ocultos entre los montones de oruja abandonados en el campo, y salir solo de noche para alimentarse. El fuerte olor confundiría a los perros.
El padre aconsejó no hacerlo porque correrían el riesgo de enfermar embriagados por el potente aroma.
Otro dijo que lo mejor podía ser subirse inmediatamente encima del perro cuando este les descubriese, así el cazador no dispararía para no matar a su querido perro. A todos le parecía una pobre idea.
Uno más defendió que quizás fuese útil camuflarse entre las palomas del campanario de la iglesia del pueblo; pero el padre también le contestó que en asunto de perdices hasta el párroco tiene escopeta y munición.
La madre se dedicaba a peinarles las plumas y picotearlos en la cabeza.
Otro propuso esconderse en las madrigueras de los conejos, pero también fue rápidamente rechazada.
Quiso otro proponer camuflarse con los inmensos bandos de estorninos porque a ellos no los disparan, pero le convencieron que su vuelo es rapidísimo y en formaciones muy complicadas. Chocarían con todos y se desplomarían agotados.
No pusieron grandes objeciones al último pollo que propuso esconderse momentáneamente en los gallineros de los pueblos. Encontrarían algún rinconcito en el que pasarían desapercibidos, saliendo de noche para alimentarse con el grano de las gallinas. Los padres no pusieron grandes objeciones a esta última ocurrencia, pero advirtieron que el lugar siempre sería una trampa por la frecuencia de gatos y ratas. Cuidaros de ellos.
UN RAMILLETE DE FLORES AGITADAS POR LA BRISA
Los tiros se escuchaban en todas direcciones, había que apurar la reunión. Podía más la fuerza de hallarse juntos que la de separarse y partir a jugarse la vida.
Los padres procuraban ser eficaces con los consejos finales:
– Aproximaros a los pueblos porque en las inmediaciones está prohibida la caza.
– Elegir alturas desde las que podáis distinguir el rumbo de perros y cazadores.
– Recordar que nos conocen como “corredoras” porque tenemos mucho poderío salvando grandes distancias. Correr siempre y levantar el vuelo cuando no haya otra alternativa.
– No cantéis en todo este tiempo y vencer la tentación de hacerlo cuando después de días durísimos os encontréis con algún rayo de sol que caldea cualquier ladera. No cantar.
– Vivir sin llamar la atención y para borrar rastros cambiar de lugar frecuentemente.
– No acobardaros con los días y noches de mal tiempo y escaso alimento, estáis preparados para sobrevivir en esta tierra y su clima.
– Recordar que podéis aprovechar los días de niebla para desplazaros porque esos días está prohibido cazar.
– Os deseamos toda la suerte en los juegos de azar de la naturaleza y frente a la infatigable persecución de los cazadores.
A continuación formaron una piña alrededor de los padres con un vigoroso pateo y el cuerpo erguido. Elevaron al máximo sus cabezas haciendo que los picos rojos semejasen un ramillete de flores agitadas por la brisa.