EL VINO DEL MAR, un relato de Rioja Alavesa

Vuelve el Caminante del Alma desde la Comarca del Vino y el Viñedo Alavés.
Por José Ramon Elorriaga

Publicado en http://blogriojaalavesa.eus

LA SOMBRA alargada del Caminante del Alma dibujada por el sol del amanecer.

LA SOMBRA alargada del Caminante del Alma dibujada por el sol del amanecer.

En sus caminatas creativas por el Paisaje Cultural del Vino y el Viñedo, el pintor Joserra Elorriaga ha creado un personaje que eleva la imaginación en un mundo de soñadores colectivos. El texto respira a través del viñedo y los viticultores que lo pueblan, pero no sólo. Hay golondrinas que bajan del cielo a recorrer las calles del amanecer, zorros que te miran antes de correr, ‘verdecillas’ que anidan entre las hojas de la viña. No faltan laboriosas hormigas. Tampoco la prehistoria y el diálogo con la bohemia y la cumbre de la Sierra. ¡Qué decir de la poética y la magia de lo sencillo! Las fotografías que acompañan el relato han sido realizadas por el buen hacer de Iker Elorriaga, utilizando fósiles y piedras recogidas durante esas caminatas del Alma que, cómo no, recorren los antiguos caminos del vino. Un néctar que salta hoy del abismo del océano a lo profundo del ser.

EL VINO DEL MAR

Por la mañana, al amanecer, solo me levanto cuando cuento hasta cincuenta golondrinas o vencejos que cruzan las ventanas de mi cuarto, abiertas de par en par. Entonces la brisa es una caricia saludable y el sol se despierta laborioso y tempranero. Me asomo y vivo un momento de luz y color riquísimos, que como todo lo bello dura menos de lo que quisiera. Escasamente llega a durar cinco minutos y son una huella estética que en el invierno rebuscaré en la memoria del alma para combatir el frío.

Todo el paisaje se tiñe de amarillos naranjas y rojos tenues, los blancos de las casetas se transforman en cremas y los verdes, en un giro delicadísimo, hacia el amarillo claro. Aún no asoman los carmines de garanza y me abstraigo con los naranjas luminosos. Saldré rápido a la caminata para disfrutar con los veloces giros de los colores. Empezará la fiesta. Sombras carmín, violeta caliente, verdes kaki y vejiga hasta el verde intenso. Azul de Prusia muy claro evolucionando hasta el azul cobalto claro. Violeta medio, gris rojizo, carne luminosa, siena… Llegará la canícula y comenzarán a retirarse hasta el embriagador atardecer, cuando vuelvan a abrazarse para componer la última y pletórica sinfonía de color del día.

GOLONDRINAS y vencejos rasaban los tejados y el campanario.

GOLONDRINAS y vencejos rasaban los tejados y el campanario.

Aquella mañana, la fresca del amanecer era muy agradable e incluso tuve que acelerar la marcha para entrar en calor. Como todos los veranos, se repetían las mismas bellas secuencias para los sentidos. Las golondrinas y vencejos rasaban los tejados y el campanario. Algunos bandos patrullaban como flechas por entre las callejas solitarias del pueblo. En alguna cochera suena el arranque de un tractor.

El campo me recibe con una gran exuberancia vegetal y frutal, expresión de plenitud y buenos augurios. Un zorro cruza la parcelaria mirándome indiferente. Se retira a descansar. Hay agua en los bebederos de perdices y la pollada parece que ha sido fértil porque en una ladera he levantado el vuelo a ocho ejemplares que han perdido altura planeando.

El sol, tan de frente, obliga a calarse el gorro para facilitar la vista y algunas nubes se cuelan desde la otra vertiente de la Sierra por los pasos del Toro y Herrera. Al otro lado aún no saben del sol. Me adelantan tractores y cambiamos saludos. Algún perrito, desde el remolque lleno de tubos para regar, me ladra. A medida que progreso caminando, en alguna viña oigo el ruido que hace un labrador abriéndose paso a mandobles de espada entre la parra. Hay que quitar rama.

“UN ZORRO cruza la parcelaria mirándome indiferente”.

“UN ZORRO cruza la parcelaria mirándome indiferente”.

A veces, y donde crees que no hay nadie, asoma la cabeza de alguien que está clareando los racimos. Hace diez días cayó piedra en corros muy dispersos y ha provocado cierto daño que aún podrá corregirse con más sol y quizás tratamiento adicional. El sobresalto de una pareja de  verdecillos señala que una cepa es la residencia-nido de la pollada. Cuando ésta se desnude en otoño, dejará a la vista el jardín de infancia y guardería temporal que fue.

Las manzanitas de la ruta aún están verdes. En agosto serán mis aliadas. Siento esa renovada alegría cuando en una viña distingo uva enverada. Primer signo de la maduración del fruto.

Debo sortear filas y filas de hormigas. Unas van cargadas y otras regresan al punto de abastecimiento. Es increíble el tesón que llevan en su instinto de laboriosidad y convivencia.

En las viñas peladas de rama huele intensamente a vegetación salvaje.

EN DOS MIL DIECISÉIS las uvas comenzaron a enverar a finales del mes de julio.

EN DOS MIL DIECISÉIS las uvas comenzaron a enverar a finales del mes de julio.

Ahora el sol empieza a decir quién es él por si hay quien duda de su reinado en nuestro planeta. Y de pronto, en la más absoluta soledad y a la sombra de un almendro, me encuentro con él.

Ni más ni menos que “El Artista”.

Me acerco con cautela porque ya conozco sus potentes momentos de contemplación estética

Como en la otra ocasión, casi no se inmuta y responde quedamente al saludo. En pleno campo y sentado en un viejo butacón de color marrón. Vestido de manera estrafalaria: en esta ocasión se cubre con una especie de túnica morada y blanca, calza sandalias rojas y cubre su cabeza con un gorro de explorador.

.- Yo a usted le conozco.

.-Efectivamente, y yo a usted. Nos vimos cuando usted tomaba una copa de vino tinto Rioja Alavesa reviviendo la génesis de esta tierra

Se comportaba tan sosegado como entonces y su mirada vagaba sobre las viñas cuyas crestas ahora amarilleaban.

POCO A POCO vertió el vino en el decantador…

POCO A POCO vertió el vino en el decantador…

- Hoy también me encuentra usted cumpliendo el ritual que anualmente renuevo.

Observé el lugar viendo que sobre una piedra descansaba un decantador de cristal finísimo lleno de vino tinto aterciopelado, una estilizada copa de cristal y una mezcla de piedrillas redondeadas y multiformes.

Curiosamente (entre todo lo curioso) destacaba una bandeja de mejillones con carnes brillantes y rojizas. Viendo, probablemente, mi gesto de sorpresa y curiosidad se dirigió a mí diciendo:

- Se preguntará qué es lo que en esta ocasión estoy rememorando y renovando en mis sentidos con los elementos que puede ver. Mire, le voy a explicar.

Adquirió un gesto señorial con actitud distante y palabras serenas:

Como resumen de la experiencia que le describí en la pasada ocasión sobre la formación de esta tierra de Rioja Alavesa que hoy pisamos, recuerde que la Sierra Cantabria representa un afloramiento del período jurásico. En el terciario se hundió el Mediterráneo, elevándose la península y saliendo el Ebro al mar.

MIENTRAS SE OXIGENABA el vino, iba fluyendo el relato del Artista.

MIENTRAS SE OXIGENABA el vino, iba fluyendo el relato del Artista.

Es desde ese período cuando se inicia un paisaje muy parecido al que ahora usted contempla.

Recuerdo que aquel día le hablé del gigantesco revolcón que entonces sufrió la tierra para configurar esta geografía y también creo que le expliqué las fabulosas tempestades marinas que surgieron del caos.

Pues bien, con todo ello, las especies marinas que habitaban en los fondos fueron despedidas y mezcladas entre emergencias, arrastres y hundimientos grandiosos.

La Sierra Cantabria y este valle ajardinado que configura Rioja Alavesa resultó del potaje atómico entre los mares de costa y las aguas interiores.

Hoy sabemos que las huellas del Jurásico superior y Cretácico inferior no marinos, se presentan solapados al Jurásico marino en las mismas zonas, pero pueden aflorar áreas del marino en relieves como la Sierra Cantabria.

De este modo, las calizas de sus crestas, tectonizadas y dolomitizadas suelen estar constituidas por acumulación de fragmentos fósiles, especialmente lamelibranquios, ostreidos y diversos foraminíferos.

Resultado de las vicisitudes que sufrió lo que hoy es el fértil valle, es esta tierra arcillosa-calcárea acolchada por sedimentos de aluvión. El descomunal movimiento emparentó aguas marinas con mares de interior para formar este milagro de tierra. El milagro es el resultado final, porque precisamente la configuración del suelo arcilloso-calcáreo de Rioja Alavesa resulta que es el mejor suelo posible para el vino.

Con aquel personaje estaba volviendo a vivir una experiencia que en primera instancia causaba una grata impresión y a la vez una profunda reflexión

Continuó:

.- Sabe que vivo los fenómenos del cosmos y esta naturaleza con una gran pasión y hasta veneración. Le explicaré: Se anuncia que últimamente se están hundiendo botellas de vino en bodegas submarinas donde reposan para envejecer en comunión con el mar y los procelosos océanos.

Aquí me vino a la cabeza experiencias de esta índole que alcanzan importantes repercusiones mediáticas, por lo que me preguntaba hasta dónde quería llegar “El Artista” que continuó:

PARECIÓ que el Vino del Mar caía del cielo.

PARECIÓ que el Vino del Mar caía del cielo.

.- De mis excursiones a la Sierra Cantabria he conseguido una buena cantidad de fósiles, algunos de los cuales puede usted ver aquí. Elijo una tierra que nunca fue labrada y en la que aflora el cascajo primigenio, tierra donde nunca cayó el tratamiento de la viña, tierra pura, y me hago con un puñado de cantos rodados de distintos colores y composición mineral.

Como los que usted puede ver aquí.

De unos y otros deposito una cantidad en el fondo del decantador. Luego vierto delicadamente el vino tinto de esta botella de Rioja Alavesa y espero que el preciado líquido, que inunda a los elementos minerales, repose. Dejo que transcurra un tiempo para que los tres elementos, fósiles, cantos rodados y vino, interactúen contándose sus cosas e intercambiando moléculas anti diluvianas.

A continuación vertió el vino suavemente en la copa y la elevó al cielo para contemplarla al trasluz. Alcanzó un hermoso mejillón y con sus dos manos en plegaria al universo y dijo:

.- Brindo por la prosperidad de esta tierra de Rioja Alavesa, para que sigan naciendo sus inigualables uvas.

Saboreó con fruición el mejillón y a continuación sorbió del vino. Al rato me dijo:

.- Mi paladar en este punto es un universo de emociones marinas que cabalgando a lomos del fantástico vino de Rioja Alavesa, me trasladan al inconmensurable océano donde se inició nuestra vida.

Si me apura, incluso saboreo los susurros que se intercambian las mismísimas esencias de los moluscos fósiles con las del fresco que acabo de ingerir. Al fin y al cabo son parientes aunque lejanos.

Después de lo que le he demostrado, no me diga usted que esta peculiar tierra, de procedencia eminentemente marina, no aporta a la uva que de ella nace y crece, moléculas salitradas del mar y los animales que un día formaron parte de la maravillosa fauna oceánica.

Yo lo distingo hasta el éxtasis.

Como ya le había conocido en otro éxtasis, mantuve un prudente silencio mientras él movilizaba la boca y olfateaba la copa con los ojos cerrados. Daba sorbos cortos mientras lentamente pinzaba mejillones.

( A ESTAS ALTURAS del relato, el paladar del lector ya se ha llenado de sabores… )

Personalmente creo haber conocido múltiples intentos de maridar el vino con todo tipo de elementos y medios, y en todos ha existido un discurso en el que la imaginación, espoleada por los sentidos que despierta la degustación de vino, llega a expresiones que van de lo sensitivo a la diáspora de lo racionalmente entendible.

Pero son sensacionesy como éstas se producen por la acción de los sentidos, todos los factores que contribuyan con su poética atómica, estarán ayudando a que el vino espléndidamente conseguido que una copa acoge, sea un elixir que recrea el acogedor universo en quien lo paladea.

La interpretación que “El Artista” estaba realizando en su brindis a Rioja Alavesa como una unidad cultural, geográfica, topográfica, edáfica, climática, ecológica, paisajística; claramente  diferenciada, me pareció llena de expresividad creativa y amor a la realidad del lugar en la que ambos nos encontrábamos.

Pasaba el tiempo lentamente y yo respetaba los prolongados silencios, mientras él gesticulaba los brindis a ritmo de sorbo y mejillón. Volví a comprender que la caminata de ese día me había ofrecido un momento de creatividad exquisita y cuando me disponía a partir me dijo:

.- Yo le llamo VINO DEL MAR porque viene del mar y porque en la quintaesencia de él, está el mar.

Me despedí de él con la misma serena actitud y le dejé allí, sentado en el viejo butacón bajo el almendro lleno de frutos aún prietos. Las hojas cimeras de las parras ya no bailaban sus amarillos porque la canícula frenaba el ímpetu de la brisa. Ahora casi plateaban.

Aligeré el paso para huir de la chicharra mientras reflexionaba sobre la experiencia que acababa de vivir nuevamente con “El Artista”. Entonces creí estar en medio del baile de aquellos dos mares convulsos en los tiempos de formación de la tierra de Rioja Alavesa; y yo, que he nacido a la orilla del Cantábrico, percibí que respiraba un aroma finísimo, mezcla de uva madura con salitre.

Desde entonces, cuando consigo fósiles de la Sierra Cantabria y cantos rodados como perlas, preparo su baño de tinto Rioja Alavesa en el decantador y con mojojones o hebras de bacalao yo también brindo por el futuro de esta singular y bella tierra alavesa.

LA LITERATURA, para brindar por la Vida con mayúscula y por Rioja Alavesa. José Ramón Elorriaga Zubiagirre

LA LITERATURA, para brindar por la Vida con mayúscula y por Rioja Alavesa. José Ramón Elorriaga Zubiagirre

Quizás algún viticultor que se sensibilice con esta experiencia, ensaye una modalidad de degustación de vino que recree igualmente la poética y no poética que guarda la reflexión y lo distinga como VINO DEL MAR.

¡Ojalá! Porque cuando un sueño lo sueñan muchos, se convierte en realidad”.

(Ocurrió en Elciego, a finales de julio de 2016)

Idea y redacción: Jose Ramon Elorriaga, Artista y pintor
Fotografías y escenografía: Elo Hand, Artista y fotógrafo.